2011-2012

Ikella Alonso. Las naciones de la pintura.
Texto para la Exposición “Soledad de altura”.

Juan Pablo Wert Ortega

aix en provence. óleo/lienzo 65x54 2011


Si hace casi dos años ya, cuando exponía su serie metereológica (“Llueve tiempo”), en el texto que le dediqué, manifestaba mi sorpresa al comprobar que había gente, como el artista que nos ocupa, que en tiempos tan inciertos como los presentes, se embarcaba en la procelosa aventura en que consiste la pintura, ahora he de redoblar mi asombro. Y es que Ikella no solo sigue pintando sino que, no conforme con mantener la posición, emprende nuevos movimientos con tácticas arriesgadas y agresivas. En ambos casos se ha planteado asociaciones de disyuntivas paradójicas. En la exposición mencionada la dimensión temporal, el tiempo como dimensión, se asociaba al tiempo meteorológico, al tiempo “que hace” confundido con el tiempo “que pasa”, haciendo visible una metáfora netamente poética en la que el paso del tiempo se convierte en un accidente climatológico. En ésta es el mapa el que se transforma en paisaje, cosa que, en sí no representa una novedad rigurosa pues ya los antiguos egipcios acuñaron una formula perspectiva en la que se integraba plano y alzado.




fuendetodos. óleo/lienzo  65x54  2011

No es ahí donde está, no ya la originalidad sino el peso de la propuesta. Está, más bien, en la elección del plano de una ciudad como el embrión del desarrollo plástico de la serie. Como podemos comprobar por los títulos de las piezas, las ciudades de marras son los lugares de nacimiento, las “naciones” de los pintores considerados por el artista, clave de la historia de la pintura. Y como en aquella otra ocasión no me resisto a recordar un modelo que tenía el mismo sentido jazzístico de variaciones sobre un tema de su maestro Quejido en su serie “Pensamientos”.




Ikella traspone el plano monócromo no como un alzado sino como una construcción cromática, como una edificación multicolor en una operación ingenieril enigmática. La propuesta es realmente un juego literario pues lo que dibuja es una operación laberíntica que tiene algo del esoterismo borgesiano pero que también recuerda las acuarelas que se transforman en puzzles en un itinerario postal, protagonistas de la fascinante novela La vida: instrucciones de uso de Georges Perec. El caso es que sea un extra promocional o una auténtica propedéutica Rousseliana, sea fórmula o mera máquina, el resultado pictórico es contundente: no son planos ni paisajes, son verdaderamente, las naciones de la pintura.

 
limoges.  óleo/lienzo  65x54  2011

 
verona. óleo/lienzo 65x54 2012

























“Soledad de altura”

Ikella Alonso

urbino. óleo/lienzo.  65x54  2011
 Texto para presentación exposición. Marzo 2012.




Es la soledad un fenómeno que atañe a la pintura. Se urde en solitario, partiendo de un vacío. La oquedad del lienzo. Y te dispones a dar un salto. Un salto de altura, en caída libre a la pintura. Soledad de altura, una serie de paisajes de mirada vertical. El satélite captura el territorio, la tierra natal del pintor. Con sus campos roturados por el color. Cortados con pinceladas gruesas de materia, que embadurnan el terreno del lienzo. Campos empastados de pigmento. Fronteras irisadas. Y de nuevo la soledad. El pasajero que se sienta en ventanilla y atisba lo inabarcable que es el paisaje. Y desde lo más alto sucumbe a la naturaleza.








“Ha de Suceder”
Javier Rubio Nomblot

Crítica ABC Cultural. 9 de Junio de 2012.

Pintor puro, proveniente de las salas míticas El Almazén de La Nave, Tripas Corazón, la Galería Multiplicidad, con premios en el intachable Salón de Otoño de Plasencia, en Generación´03, en Valdepeñas... Ikella Alonso (Madrid, 1971), ya mostró en su primera individual en Evelyn Botella –Llueve tiempo, 2009- que pintar hoy es sólo dos cosas: creer que sucede algo importante en la soledad del taller –“Es la soledad un fenómeno que atañe a la pintura. Se urde en solitario, partiendo de un vacío. Y te dispones a dar un salto. Un salto de altura, en caída libre”-, y ser consciente del peso de ese monstruo, la Pintura, hacedora del mundo durante milenios, creadora de paisajes, reyes y dioses, de cánones de belleza, de economías y sociedades.

 

Delft    óleo/lienzo   65x54   2011


Llueve tiempo significó consolidación e imposición de un lenguaje; un realismo conectado con la imagen (foto)gráfica que surgía mágicamente del chorreo aleatorio de la pintura sobre el lienzo. Una estructura-textura de franjas finas –una lluvia- que al tiempo deshace nuestro mundo y lo hace surgir de los restos del lenguaje pictórico.

Soledad de altura es una deliciosa exposición en la que los maestros de la pintura, de Leonardo a Pollock, son evocados en la geometría y el color de los paisajes de su infancia, captados desde el satélite. ¿Verdad o ilusión? Estas vistas aéreas –la foto de nuevo- coinciden tan exactamente con los tonos y las composiciones que los caracterizaron que de nuevo nos reta lo inexplicable.
 
 
 
© De las fotos: Angel Cuevas
© De los textos: Sus autores